martes, 3 de marzo de 2015

Conclusión 

Puesto que la conciencia es el centro de la persona y guía de su obrar natural, esfuércense activamente por formarla recta y madura, temerosa de Dios, abierta siempre al bien, capaz de discernir lo bueno de lo malo y de la mentira, y evitar la insinceridad y la inautenticidad, tan contrarias al espíritu de Cristo


«La conciencia es la brújula que mantiene al barco en ruta. Si es veraz, todo lo que tiene que hacer el timonel es seguir la dirección que marca. Pero ésta puede fallar y así, el piloto equivocarse. De esta manera el piloto estaría subjetivamente en lo correcto, pero objetivamente equivocado. Para que la conciencia emita juicios certeros, es indispensable que se encuentre sana; de otro modo percibirá la realidad deformada y pronunciará sentencias equivocadas»  (Thomas Williams).

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